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En esta vida todo llega a su fin. No es oficial, pero sí oficioso que el ostracismo al que ha sido relegado Antoine Griezmann en los últimos meses por los problemas del acuerdo entre FC Barcelona y Atlético de Madrid, que le impedían jugar más de 30′ por duelo, ha pasado a mejor vida.
Cuando el galo regresó a la entidad colchonera en verano de 2021, madrileños y catalanes acordaron que si el 8 disputaba más del 50% de los partidos (más de media hora) entre las dos temporadas de su cesión, los de la osa y el madroño se verían obligados a comprarlo por la cifra de 40 millones de euros.
Si bien es cierto que Antoine es una pieza fundamental para Simeone, mucho dista de aquel jugador que aseguraba sentarse en la mesa de Cristiano Ronaldo y Messi… Y de ahí que las altas esferas rojiblancas dieran la orden de que bajo ningún concepto se rebasara el límite de minutos que les obligasen a ejecutar dicha cláusula.
El Cholo, como «buen hombre de club«, acató las órdenes y en este comienzo de campaña Griezmann, salvo ante el Real Madrid y Brujas, siempre ha partido desde el banquillo, tensando la cuerda a un Barcelona que no deseaba que el francés volviera a la Ciudad Condal, más que nada por su alto salario (30 Millones).
La astuta directiva madrileña, sabedora de la mala situación económica de los culés, ha forzado esta situación para que, con el agua hasta el cuello, Laporta y compañía aceptaran una oferta de 20 ‘kilos’ más dos en variables que permita al Atlético quedarse con los derechos totales de un Antoine que oficiosamente ya podrá partir desde el once.
No obstante, para que esta situación se diera, el atacante, ha tenido que bajarse los emolumentos (aún se desconoce cuanto) y aceptar un contrato a largo plazo (2027) que permita fraccionar el salario de un jugador que, pese a no pasar por su mejor nivel, es el ojito derecho de Diego Pablo Simeone, padre futbolístco, principal valedor de su vuelta y artífice de esta operación.
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